Junio - 2024
Gálatas 3:1-2
"Que nadie te engañe"
Pablo confronta a los Gálatas y les pregunta quien los ha hechizado, o quién los ha engañado para pensar que se puede recibir la salvación y al Espíritu Santo por seguir la ley.
“¡Ay gálatas tontos! ¿Quién los ha hechizado? Pues el significado de la muerte de Jesucristo se les explicó con tanta claridad como si lo hubieran visto morir en la cruz. Déjenme hacerles una pregunta: ¿recibieron al Espíritu Santo por obedecer la ley de Moisés? ¡Claro que no! Recibieron al Espíritu porque creyeron el mensaje que escucharon acerca de Cristo”, (Gálatas 3:1-2, NTV).
“¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?”, (Gálatas 3:1-2, RV60).
Gálatas 2:21
"Cristo no murió en vano"
Pablo aclara que si la Ley pudiera salvar, entonces la muerte de Cristo habría sido en vano. El ser humano no puede ser salvo por la ley o ningún otro medio.
“ Yo no tomo la gracia de Dios como algo sin sentido. Pues, si cumplir la ley pudiera hacernos justos ante Dios, entonces no habría sido necesario que Cristo muriera”, (
“No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”, (Gálatas 2:20, RV60).
Gálatas 2:20
"Crucificado con Cristo"
Pablo habla ahora de como él fue crucificado con Cristo, y por eso, ahora es Cristo quien vive en él.
“Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.”, (Gálatas 2:20, NTV).
“ Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”, (Gálatas 2:20, RV60).
Gálatas 2:17-19
"Deja la religión para seguir a Cristo"
Para sigue hablando de como los creyentes no tienen necesidad de seguir la ley, aún los judíos como él.
“Pero supongamos que intentamos ser declarados justos ante Dios por medio de la fe en Cristo y luego se nos declara culpables por haber abandonado la ley. ¿Acaso esto quiere decir que Cristo nos ha llevado al pecado? ¡Por supuesto que no! Más bien, soy un pecador si vuelvo a construir el viejo sistema de la ley que ya eché abajo. Pues, cuando intenté obedecer la ley, la ley misma me condenó. Así que morí a la ley—es decir, dejé de intentar cumplir todas sus exigencias—a fin de vivir para Dios”, (Gálatas 2:17-19, RV60).
“Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago. Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios”, (Gálatas 2:17-19, RV60).
Gálatas 2:15-16
"Justificado por la fe, no por la Ley"
Pablo le recuerda a Pedro que tanto él, Pablo, como Pedro, son salvos por la fe y no por la ley, y eso incluye la circuncisión.
“Tú y yo somos judíos de nacimiento, no somos “pecadores” como los gentiles. Sin embargo, sabemos que una persona es declarada justa ante Dios por la fe en Jesucristo y no por la obediencia a la ley. Y nosotros hemos creído en Cristo Jesús para poder ser declarados justos ante Dios por causa de nuestra fe en Cristo y no porque hayamos obedecido la ley. Pues nadie jamás será declarado justo ante Dios mediante la obediencia a la ley»”, (Gálatas 2:15-16, NTV).
“Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”, (Gálatas 2:15-16, RV60).
Gálatas 2:14
"Sin hipocresías"
No hay que vivir con hipocresía o tratar de imponer tradiciones o costumbres a otros creyentes.
“Cuando vi que ellos no seguían la verdad del mensaje del evangelio, le dije a Pedro delante de todos los demás: «Si tú, que eres judío de nacimiento, dejaste a un lado las leyes judías y vives como un gentil, ¿por qué ahora tratas de obligar a estos gentiles a seguir las tradiciones judías?”, (Gálatas 2:14, NTV).
” Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? “, (Gálatas 2:14, RV60).
Gálatas 2:11-13 "No hay que agregar nada"
Pablo habla de como los judaizantes estaban afectando a los creyentes gentiles y aún afectaban con sus enseñanzas a otros creyentes judíos.
“Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos”, (Gálatas 2:11-13, RV60).
“Pero cuando Pedro llegó a Antioquía, tuve que enfrentarlo cara a cara, porque él estaba muy equivocado en lo que hacía. Cuando llegó por primera vez, Pedro comía con los creyentes gentiles, quienes no estaban circuncidados; pero después, cuando llegaron algunos amigos de Santiago, Pedro no quiso comer más con esos gentiles. Tenía miedo a la crítica de los que insistían en la necesidad de la circuncisión. Como resultado, otros creyentes judíos imitaron la hipocresía de Pedro, e incluso Bernabé se dejó llevar por esa hipocresía”, (Gálatas 2:11-13, NTV).
Gálatas 2:6-10
"Un Evangelio avalado"
Pablo sigue describiendo a los Gálatas como fue que los líderes de la iglesia no le obligaron a seguir la ley, como algunos judaizantes estaban enseñando a los Gálatas que deberían hacer.
“Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer”, (Gálatas 2:6-10, RV60).
“ Los líderes de la iglesia no tenían nada que agregar a lo que yo predicaba. (Dicho sea de paso, su fama de grandes líderes a mí no me afectó para nada, porque Dios no tiene favoritos). Al contrario, ellos comprendieron que Dios me había dado la responsabilidad de predicar el evangelio a los gentiles tal como le había dado a Pedro la responsabilidad de predicar a los judíos. Pues el mismo Dios que actuaba por medio de Pedro, apóstol a los judíos, también actuaba por medio de mí, apóstol a los gentiles. De hecho, Santiago, Pedro y Juan—quienes eran considerados pilares de la iglesia—reconocieron el don que Dios me había dado y nos aceptaron a Bernabé y a mí como sus colegas. Nos animaron a seguir predicando a los gentiles mientras ellos continuaban su tarea con los judíos. La única sugerencia que hicieron fue que siguiéramos ayudando a los pobres, algo que yo siempre tengo deseos de hacer”, (Gálatas 2:6-10, NTV).
Gálatas 2:1-5
"Confirmando el Evangelio"
Pablo tuvo el cuidado de ir con los líderes de la iglesia para, de cierta manera, confirmar que el mensaje del Evangelio que él predicaba era el mismo evangelio que ellos predicaban.
“Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles. Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros”, (Gálatas 2:1-5, RV60).
“Luego, catorce años más tarde, regresé a Jerusalén, esta vez con Bernabé; y Tito también vino. Fui a Jerusalén, porque Dios me reveló que debía hacerlo. Durante mi tiempo allí, me reuní en privado con los que eran reconocidos como los dirigentes de la iglesia y les presenté el mensaje que predico a los gentiles. Quería asegurarme de que estábamos de acuerdo, porque temía que todos mis esfuerzos hubieran sido inútiles y que estaba corriendo la carrera en vano. Sin embargo, ellos me respaldaron y ni siquiera exigieron que mi compañero Tito se circuncidara, a pesar de que era griego. Incluso esa cuestión surgió solo a causa de unos supuestos creyentes—en realidad, falsos— que se habían infiltrado entre nosotros. Se metieron en secreto para espiarnos y privarnos de la libertad que tenemos en Cristo Jesús. Pues querían esclavizarnos y obligarnos a seguir los reglamentos judíos, pero no nos doblegamos ante ellos ni por un solo instante. Queríamos preservar la verdad del mensaje del evangelio para ustedes”, (Gálatas 2:1-5, NTV).
Gálatas 1:21-24
"Un evangelio transformador"
Los creyentes de muchas regiones, nos dice Pablo, después de que Pablo se convierte glorificaban a Dios porque ya no que perseguía a las iglesias.
“Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia, y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. Y glorificaban a Dios en mí”, (Gálatas 1:21-24, RV60).
“Después de esa visita, me dirigí al norte, a las provincias de Siria y Cilicia. Y aun así, las iglesias en Cristo que están en Judea todavía no me conocían personalmente. Todo lo que sabían de mí era lo que la gente decía: «¡El que antes nos perseguía ahora predica la misma fe que trataba de destruir!». Y alababan a Dios por causa de mí”, (Gálatas 1:21-24, NTV).
Gálatas 1:15-20
"Llamado por su gracia"
Pablo ahora contrasta lo que él era antes con el llamado de Dios. También aclara que no tuvo contacto con los apóstoles sino hasta tiempo después”
“Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor. En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento”, (Gálatas 1:15-20, RV60).
“Pero aun antes de que yo naciera, Dios me eligió y me llamó por su gracia maravillosa. Luego le agradó revelarme a su Hijo para que yo proclamara a los gentiles la Buena Noticia acerca de Jesús. Cuando esto sucedió, no me apresuré a consultar con ningún ser humano. Tampoco subí a Jerusalén para pedir consejo de los que eran apóstoles antes que yo. En cambio, me fui a la región de Arabia y después regresé a la ciudad de Damasco. Luego, tres años más tarde, fui a Jerusalén para conocer a Pedro y me quedé quince días con él. El único otro apóstol que conocí en esos días fue Santiago, el hermano del Señor. Declaro delante de Dios que no es mentira lo que les escribo”, (Gálatas 1:15-20, NTV).
Gálatas 1:13-14
"El menos indicado"
Pablo les comenta a los Gálatas de su pasado, en el cuál, Pablo era una persona muy preparada en la religión de los judíos. Y también menciona que era un perseguidor de la iglesia.
“Ustedes saben cómo me comportaba cuando pertenecía a la religión judía y cómo perseguí con violencia a la iglesia de Dios. Hice todo lo posible por destruirla. Yo superaba ampliamente a mis compatriotas judíos en mi celo por las tradiciones de mis antepasados”, (Gálatas 1:13-14, NTV).
“Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres”, (Gálatas 1:13-14, RV60).
Gálatas 1:11-12
"Recibido directamente de Cristo"
Pablo le aclara a sus lectores, los Gálatas, que el mensaje del evangelio no lo recibió como enseñanza de otro apóstol o discípulo de Jesús, sino directamente del maestro mismo, Jesucristo.
“Amados hermanos, quiero que entiendan que el mensaje del evangelio que predico no se basa en un simple razonamiento humano. No recibí mi mensaje de ninguna fuente humana ni nadie me lo enseñó. En cambio, lo recibí por revelación directa de Jesucristo”, (Gálatas 1:11-12, NTV).
“Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo”, (Gálatas 1:11-12, RV60).
Gálatas 1:10
"Ganando el favor de Dios y no de hombres"
Pablo declara en este versículo que él sabe que sus palabras no van a ganar el favor de aquellos que estaban predicando un evangelio diferente al que él había enseñado a los Gálatas. Pablo estaba tratando de agradar a Dios y no a los hombres.
“Queda claro que no es mi intención ganarme el favor de la gente, sino el de Dios. Si mi objetivo fuera agradar a la gente, no sería un siervo de Cristo”, (Gálatas 1:10, NTV).
“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”, (Gálatas 1:10, RV60).
Gálatas 1:8-9
"Consecuencias de pervertir el Evangelio"
Evangelio significa “buenas noticias”, y Pablo, habiendo aclarado antes que no hay otro evangelio, ahora les habla de las consecuencias que hay para aquellos que pervierten el evangelio, las buenas noticias de Dios al hombre.
“ Si alguien—ya sea nosotros o incluso un ángel del cielo—les predica otra Buena Noticia diferente de la que nosotros les hemos predicado, que le caiga la maldición de Dios. Repito lo que ya hemos dicho: si alguien predica otra Buena Noticia distinta de la que ustedes han recibido, que esa persona sea maldita”, (Gálatas 1:8-9, NTV)
“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema”, (Gálatas 1:8-9, RV60).